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Novena según el espíritu de Madre Julia Verhaeghe

Día primero - Rezar con confianza

Jesús nos dice: «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá» (Lc 11,9)

Madre Julia escribe: «Orad frecuentemente, uníos íntimamente a Dios que está en vosotros. Pedidle que os revista de su dulzura, que os dé un corazón nuevo y humilde, y un espíritu renovado. Pedid y recibiréis. Realizad el ofertorio, la consagración y la comunión en medio de los acontecimientos y de las experiencias de cada día, en las circunstancias y acciones de la vida concreta, aquí y ahora».

 

Padre Nuestro – Ave María – Gloria – Oración de la Novena

»La oración es el aliento vital del alma: le otorga el suave ritmo de la ternura del amor de Dios y del prójimo.«
Madre Julia

Día segundo - Sed agradecidos con la Iglesia

San Pablo dice que Cristo es: «la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia» (Col 1,18).

 

Madre Julia escribe: «Pentecostés es el día del nacimiento de la Iglesia y de cada cristiano. Con la venida del Espíritu Santo, la Iglesia ha sido purificada en la Sangre de Cristo, ha resucitado con Él y se ha llenado de Vida nueva. En el seno de esta Iglesia, el Bautismo nos vivifica, la santa Comunión nos alimenta, la Confesión nos purifica, la Confirmación nos fortalece. La santa Iglesia necesita hombres y mujeres que con toda el alma conserven el tesoro de la fe y defiendan sus derechos, cumplan sus leyes y con amor desinteresado se entreguen sin reserva».

 

Padre Nuestro – Ave María – Gloria – Oración de la Novena

»El Espíritu de Dios vive y actúa en la Iglesia, como Espíritu de verdad y de amor.«
Madre Julia

Día tercero - Servir a la unidad

«El apóstol Pablo nos invita: «Os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz» (Ef 4, 1.3).

 

Madre Julia escribe: «“Que todos sean uno como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21). La llamada urgente de Jesús durante la última Cena nos invita y apremia sin cesar. Mediante la comunión del Cuerpo y Sangre de Cristo en la sagrada Eucaristía, que nos incorpora a su misterio y nos transforma, la unidad se enraíza cada vez más en nosotros, y nos une los unos a los otros como familia de Dios. Siempre y en todo momento tenemos que vivir esta unidad, que no puede realizarse sin una entrega desinteresada. San Pablo enumera las virtudes que hacen crecer la unidad: humildad, dulzura y amor mutuo».

 

Padre Nuestro – Ave María – Gloria – Oración de la Novena

»La unidad se construye por medio de la virtud de cada uno. No se alcanza sin sacrificio, oración y amor.«
Madre Julia

Día cuarto - Amar al Señor como san Pablo

Pablo, el gran apóstol de las naciones nos dice: «Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia» (Flp 1,21).

 

Madre Julia escribe: «San Pablo dice que la fuerza de Dios se manifiesta en la debilidad. Con el testimonio de su propia experiencia, manifiesta su fe en la fuerza de la gracia que lo curó de la tendencia a replegarse y encerrarse en sí mismo. Ante sus debilidades, puede afirmar también: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4,13), y “No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20). ¿Cómo pudo hablar así? Porque entregó todo su ser a Cristo, el Verbo Encarnado».

 

Padre Nuestro – Ave María – Gloria – Oración de la Novena

»Las cartas de san Pablo fueron para mí un preciado alimento espiritual que me fortalecía.«
Madre Julia

Día quinto - Abandonarse al Amor misericordioso

Nuestro Salvador dice: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11,28).

 

Madre Julia escribe: «El Señor ha preparado un sitio para ti en su Corazón. El camino y los medios para llegar a él ya los conoces. Día y noche agradécele el don inefable de su Amor misericordioso que obra en todo. Él quiere hacerte capaz de amarlo y de que, conforme a su deseo, conduzcas a otros a este Amor. No tengas miedo y déjale coronar su obra redentora»

 

Padre Nuestro – Ave María – Gloria – Oración de la Novena

»Corazón de Jesús haznos capaces de amar con tu amor, de dar con tu corazón, de obrar con tu luz.«
Madre Julia

Día sexto - Llevar la cruz con Cristo

Cristo, nuestro Salvador, dice: «El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Mc 8, 34).
 

Madre Julia escribe: «La cruz del Señor, llevada con fe, no aplasta sino que levanta. La fe, de por sí, no cambia la realidad: El sufrimiento sigue siendo doloroso, pero la fe le confiere un sentido más profundo, que nos invita a buscar la unión con Cristo. También Jesús experimentó la angustia frente al sufrimiento. El sudor de sangre en Getsemaní es una prueba de la inmensidad de su sufrimiento. Lo muestra también su oración: “Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz” (Mt 26,39). Jesús sufrió totalmente entregado a la voluntad de su Padre, y así pudo añadir: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42)».

 

Padre Nuestro – Ave María – Gloria – Oración de la Novena

»En la cruz de Cristo todo puede ser transformado en gracia y bendición.«
Madre Julia

Día séptimo - Vivir la humildad

El Señor nos exhorta: «Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29).
 

Madre Julia escribe: «Jesús, dulce y humilde de Corazón, haz que nuestros corazones sean semejantes al tuyo. A lo largo de un vida, Jesús fue su modelo de humildad. Con qué facilidad nosotros lo olvida­mos, cuando nos ofenden o atacan nuestra reputación y nuestro honor. También cuando nos hundimos ante una humillación o una injusticia o una ofensa. Que en todas estas circunstancias, esa sencilla oración nos mantenga despiertos y vigilantes, y nos mueva a meditar la mansedumbre y humildad de Jesús».

 

Padre Nuestro – Ave María – Gloria – Oración de la Novena

»La humildad exige la disponibilidad para el servicio. «
Madre Julia

Día octavo - Alegrarse en el Señor

El Evangelista san Lucas nos dice que Jesús, «en aquella hora, se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien» (Lc 10,21).

 

Madre Julia atestigua:
«Mi alegría eres tú, oh Dios, tres veces santo.
  Mi alegría es tu verdad, que me ilumina.
  Mi alegría es tu vida que me llena.
  Mi alegría es tu voluntad que me llama.
  Mi alegría es tu palabra que me atrae.
  Mi alegría es tu paz que me sosiega.
  Mi alegría es tu gracia que me perdona.
  Mi alegría es tu fuerza que me conduce.
  Mi alegría es la bendición de tu cruz.
  Mi alegría es tu pasión que sufro.
  Mi alegría son tus maravillas que me colman.
  Mi alegría eres tú, oh Dios, tres veces santo.”
 

Padre Nuestro – Ave María – Gloria – Oración de la Novena

»Ofreced al mundo vuestra alegría como una luz irresistible.«
Madre Julia

Día noveno - Alzar los ojos a María

María, la Madre del Señor, proclama: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador» (Lc 1, 46-47).

 

Madre Julia escribe: «Por su gloriosa exaltación al cielo, María es un signo de Dios. Ella siempre orienta nuestra mirada hacia la unión con el Señor al final de nuestro camino. Entonces estaremos para siempre perfectamente unidos con él por el amor, para su honor y gloria.
María, Madre de las madres, que gloriosamente has sido elevada en cuerpo y alma a la felicidad eterna donde contemplas a Dios, ayúdanos a nosotros, tus hijos, que tanto sufrimos aún con nuestra debilidad y ceguera de corazón. Tu ejemplo nos llama a una fe y a una confianza inconmovibles».
 

Padre Nuestro – Ave María – Gloria – Oración de la Novena

»La vida de María, la madre del Hijo de Dios nos anima a realizar el deber de cada día con respeto y amor. «
Madre Julia

Oración de la Novena

Dios misericordioso y justo,
te damos gracias por la vida de la Madre Julia.
Su corazón ardía de amor nupcial
hacia Jesucristo, tu querido Hijo,
y de amor materno hacia todos los hombres.
Tú has hecho de su vida una ofrenda
que da gloria a tu  nombre y edifica la Iglesia, "para que todos sean uno" (Jn 17,21).
Tú le has confiado la misión
de testimoniar la belleza sobrenatural de la Iglesia,
de aumentar su fecundidad espiritual
y de contribuir a curar sus heridas.
Que su vida de fe, esperanza y caridad,
produzca frutos abundantes.
Dígnate escuchar nuestras súplicas.
Te lo pedimos por Jesuchristo, nuestro Señor.

Amén